Sentir gases de forma frecuente no siempre es algo normal. Aunque en la mayoría de los casos se trata de una reacción natural del organismo al digerir ciertos alimentos, en otras ocasiones puede ser una señal de que algo no está funcionando correctamente en tu sistema digestivo.
Entre las causas más comunes de gases se encuentran la ingesta rápida de alimentos, el consumo excesivo de bebidas carbonatadas, ciertos tipos de legumbres y verduras, así como intolerancias alimentarias. También el estrés y la falta de actividad física pueden contribuir a su acumulación.
En casos menos frecuentes, los gases pueden estar relacionados con problemas digestivos más serios, como el síndrome del intestino irritable o infecciones intestinales. Por eso, si los síntomas son persistentes o dolorosos, es recomendable consultar a un profesional de salud.
Para reducir los gases rápidamente, se aconseja comer despacio, evitar bebidas con gas, incorporar infusiones como la manzanilla o el anís, y mantener una alimentación equilibrada rica en fibra. Realizar caminatas diarias y mantenerse hidratado también ayuda a mejorar la digestión y prevenir su acumulación.
Escuchar a tu cuerpo es clave: los gases pueden ser un simple aviso para mejorar tus hábitos diarios.
